domingo, 11 de septiembre de 2011

Vi redan är i Sverige! ¡Ya estamos en Suecia!

Hej!

Con este nombre barriosesamesco, en claro homenaje a Coco, queda inaugurado este blog. När och fjärran, Cerca y lejos, que es exactamente como nos sentimos. Cerca, porque sabemos que estáis ahí y muchos de vosotros nos lo habéis demostrado personalmente durante los últimos tiempos, y lejos, pues... ¡porque estamos lejos, leñe!¡Poclarooo!

¡Bienvenidos! Espero/esperamos ir contándoos nuestras impresiones y peripecias por estos lares.

Y como diría Groucho Marx (o no), comencemos por el comienzo. Pero antes de empezar, os advierto: estoy escuchando la radio sueca: una mezcla apoteósica de música moderneta y noticias en sueco. No respondo de mis actos (escritos). Ahora suena un tal Patrick Wolf, no lo conocen ni en hans hus (su casa).

Tras los últimos días en Madrid (sentimos no haberos visto a todos, pero fue casi imposible), y en especial una última noche gloriosa en la que nos dedicamos durante horas a ajustar los bártulos a los 46 kg que nos permitía Spanair (os aseguro que es mucho menos de lo que parece) (especialmente si vienes a vivir a un país donde en bastante breve hay que empezar a disfrazarse de muñeco de Michelin si quieres evitar la congelación), partimos el miércoles pasado por la mañana: 3 maletas, 2 mochilas, un gato, y nosotros dos (en total, ocho bultos). Según la báscula de casa, íbamos con unos 7 kg de exceso de equipaje, habiendo dejado bastantes cosas que nos apetecía traer e incluso algunas que considerábamos quasi-imprescindibles.

No parece tanto, pero acabamos "eslomaos"
La báscula de Spanair marcó solo 3 kg de exceso, y el agente nos los pasó sin tener que pagar exceso de equipaje. ¡Con lo ensayado que teníamos el numerito del emigrante que se va, que va a estar lejos de su patria, del sol y del jamón serrano! La despedida en el aeropuerto fue muy emotiva, pero todos los presente aguantamos como jabatos sin echar (casi) ninguna lagrimita. Tras ser despelotados impunemente en el control de seguridad, y con Leo llorando desde Las Rozas (y lo que te rondaría, morena), aguardamos la horita de retraso del avión con un sueño del quince.

Es muy bonito eso de poder llevar a tu mascota al avión, pero la cesta no cabe, o mejor dicho, tus pies no caben si tienes que meter la cesta.... afortunadamente el otro asiento de la fila estaba libre y pudimos acomodar al minino ahí. En la fila de detrás viajaban tres petardas que, al oír el recital de ópera estaba dando Leo, pidieron ser cambiadas. Qué poco aprecio por la música.

Tras recoger el equipaje y salir sin que los de aduanas danesas se fijaran en el gato, cuál fue nuestra sorpresa al ver a Cristina esperándonos con una sonrisa de oreja a oreja y agitando una bandera sueca a turbovelocidad. ¡Qué buen recibimiento! Tampoco los de aduanas suecas hicieron acto de presencia, y mis presagios al comienzo del día, que eran excelentes, se terminaron de cumplir cuando llegamos a Lund y.... ¡hacía sol! ¡olé!

El jueves nos dedicamos a descansar tras las agotadoras jornadas madrileñas. Había un mercadillo de bicis de segunda mano (los suecos venden hasta a sus madres en sitios de segunda mano) en el centro, así que allá nos fuimos a ver si pillábamos una para María (a mi me deja Cristina una extra que tiene). No encontramos nada pero nos dimos un perivoltio. Ya conocíamos Lund pero la verdad es que es super agradable, especialmente cuando no hay pingüinos sino personas en la calle.



Lund
Ah, después del paseo fuimos al supermercado. Ya habrá tiempo para dedicarle un post exclusivo a "Historias del Super", pero os adelanto que vimos una leche de marihuana (de la que informaremos en próximas entregas) y una nevera con césped artificial. ¿Mola o no mola?

"La buena María" (y no es la de Fontaneda)
De vuelta a casa de Cris, tras estos (y otros) extraordinarios descubrimientos, nos dedicamos a descansar para afrontar nuestra jornada papeliana con todas las fuerzas posibles, empezando por nuestra visita a la oficina de inmigración en Malmö (la tercera ciudad de Suecia, a 15 minutos en tren de Lund). La casa es fantástica, muy amplia y muy sueca (claro), con ventanas enormes por las que entra mogollón de luz, con muchos cuadros coloridos que ha colocado mi hermana para dar alegría al cuerpo, y con acceso directo al jardín para los tres gatos.


El bajo de la derecha, que da a los dos lados del edificio, es la casa de Cris.
El viernes cogimos el reno por los cuernos y nos fuimos a recorrer media Suecia en busca de papeles, números y demás zarandajas. En Malmö, la que aparentaba ser una agente dulce y cándida en la distancia, resultó ser un bulldog chungo y pelirrojo (para más señas). Nos dio largas con bastante rapidez, no sin antes endosarnos unos cuantos papeles para que nos lo currásemos nosotros en casita. Así que volvimos a Lund y probamos suerte en la oficina de empleo, donde nos trató una mujer encantadora que se emocionó (es un decir) con nuestro caso: parece ser que no vienen tantos europeos a buscarse la vida aquí (aquí se lleva más el rollo indochinoiraníetíope). Nos ayudó todo lo que pudo, nos dio unos cuantos folletos sobre vivir y trabajar en Suecia, nos dijo que éramos muy majos y que le gustaría ir a España y que qué bello es vivir, pero al final no pudimos registrarnos (todavía) en el servicio de empleo, ya que para ello se necesita el venerado, imprescindible, y p*** "personnummer".

Este personnummer es un número personal (acabáis de daros cuenta de que sabéis sueco, ¿a qué sí?) que necesitas en Suecia hasta para tirarte un peo. Digamos que sin el personnumer no eres nadie (por ponernos un poco melodramáticos). En ese número está toda tu información personal, y se usa para cualquier contrato, cuenta bancaria, trámite o lo que sea que quieras hacer y que implique papeleo, y cuando lo tienes te facilita la vida porque TODO lo puedes hacer por internet con el numerito, y en un plis (igualito que en España).

Pues bien, tal y como salimos de la oficina de empleo, entramos en la de hacienda que, como son los más listos (como en todos los sitios), son los que gestionan el numerito. Aunque sé que se os está haciendo cortííííííííísimo este post, y que estáis deseando locamente que os cuente lo que pasó, solo os diré que la gestión no fue ni bien ni mal, y como diría Ansar a su amigo Geooooorge, "estamos trabajando en ello". Sí que os digo que estamos totalmente confiados en que vamos a conseguir el numerito, aunque hay que esperar unas cuatro semanas, y a partir de ahí ya podremos pedir los cursos gratuitos de sueco del gobierno (sin el personnummer, flores).

Esto está quedando pelín extenso, así que os iremos contando más cosas en breve, espero que con frecuencia. Quedan cosas jugosas en el tintero: gatos en lucha a cara de perro (aunque suene paradójico), vecinos con un pie en la tumba, y fiestas vietnamitas, entre otros. Pero eso, amigos, será en la próxima entrega. Hasta entonces... hej da!

Pues no hace tanto frío como me habían dicho... (jejeje)





3 comentarios:

  1. como para acordarse de la dirección del blog!!!
    Lo seguiremos para estar al tanto de las novedades, mucha suerte!!

    Por cierto, si podéis ativar la opción de vista para móviles, así es más cómodo leerlo desde un móvil.

    Abrazos

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  2. Enri, activada la opción para móviles.

    Tus deseos son órdenes para mí. Jao.

    Guille

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  3. Buena idea chicos,estábamos tristes con vuestra huida , pero así nos parece que estéis mas cerca.Ya se ve que en Suecia como en todos los sitios "las cosas de palacio van despacio", darle calma, pero no mucha je je .
    Me encanta la fachada de la casa de Cris, da envidia con tanto cesped ,ha hecho buena compriña , esa si que sabe . Os seguiremos chatines . Un beso . Tia Pi

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