domingo, 27 de noviembre de 2011

Un día (bueno, varios) en el cine / En dag (tja, flera) på bio

Lo prometido es deuda, y además no por mucho prometer amanece más temprano, así que aquí va la crónica de mi "voluntariado" en Kino, el cine alternativo de Lund.

Tiene letras de neón, pero es un cine
Este cine se abrió nada menos que en el año 1936. Esto es reseñable, puesto que como os comenté en una entrada anterior, el otro cine que hay en Lund (ambos en el centro, no en centros comerciales, ¡bien!) es el más antiguo de Suecia, y no se puede decir que este sea muy moderno... En el año 2000 fue renovado completamente, se excavó en profunidad y eso permitió hacer sitio para dos salas, en lugar de una. La sala pequeña (52 butacas) se está algo por debajo de la grande (200 butacas), y ésta se hizo con una inclinación importante (lo cual se agradece especialmente por nosotros, los bajitos, ya que podemos ver una peli aunque se nos siente el sueco medio de 1.90 delante).

La sala principal, en un estilo retro-moderno, si es que eso es posible
La sala pequeña. El color de las butacas no es este moradín que da que pensar;
es más bien azulón
Ambas salas tienen tanto proyector digital como analógico (los rollos de toda la vida), de hecho en la sala grande acababan de instalar, una semana antes de mi primera "sesión", un super equipo digital de mucha calidad. Luego comento más sobre eso.

Por cierto, a pesar del posible parecido, os aclaro que "kino" no significa "cine". Cine, en sueco, de dice "biograf", aunque siempre se abrevia como "bio".

Lo del voluntariado en Kino empezó con la idea de practicar el sueco, pero claro, el primer día... ¡Zas! primera en la frente: si no sabemos sueco, ¿qué sueco vamos a practicar? lógico, ¿no? pues se ve que no para mi, que necesité de un primer día para darme cuenta de ello, oye.

Aún así, ese primer día fue bastante entretenido. Nada más llegar, conocí a Sebastian, a cargo de la taquilla. En mi mejor sueco, es decir, el que sirve para pedir un café y que no te entiendan, le dije que no hablaba sueco. Las cosas claras y el chocolate espeso, no sea que se me liase el hombre a contarme la vida de Gustav Wasa así como tema de inicio de conversación. A continuación conocí a Ale, el proyectista (el que pone las pelis), un chaval joven bastante agradable.

La taquilla+caja+recepción+sala de espera del cine. Asín de chiquitico es
Mi primera tarea, de vital importancia (¿no habéis notado un cambio en el eje de la Tierra?) fue la de ir a comprar sidra. ¿Sidra? ¿asturiana? ¿¡EL GAITERO!? no amigos, no. ¡Ojalá! Aquí llaman sidra a una especie de refrescos de sabores, como sodas con sabor a manzana o a pera. Una porquería, vamos. La cosa es que una de las peculiaridades del programa del Kino es que todos los sábados retransmiten, en riguroso directo y en la sala grande (a través del proyectos digital de última tecnología) la ópera del Metropolitan de Nueva York (uno de los mejores del mundo en cuanto a programación operística). Esto tiene bastante éxito, de hecho la sala está casi llena generalmente, y yo que lo he visto desde detrás, os puedo decir que la calidad de la imagen y del sonido es flipante. Bueno, pues en el descanso, se sirve a los señoritos un vaso de sidra y unos palitos de esos salados, vamos, otra porquería (aunque yo me pongo púo cuando no me ven). No os vayáis a pensar que me tuve que poner la cofia y hacer genuflexiones a los clientes, ¿eh? nada, una mesa plegable (del Ikea, of course), unos vasos de plástico con sidra, y voilà, sírvase usted mismo (y, sobre todo, no me hable, porque no le entiendo).

Desde que volví de comprar la sidra, hasta que preparamos el ágape, me dio bastante tiempo a hablar con Ale y Sebastian, y a cotillear el cine por dentro. Sebastian es cantante de ópera retirado, ¡ojo al dato! el primero que conozco. De hecho, cuando me lo dijo pensaba que me estaba tomando el pelo. Ahora tiene mucho tiempo libre y echa unas horitas en el Kino. Ale estudia derecho pero le mola lo de proyectar pelis, así que otro que ha pringao. Aunque bueno, hablando en plata, el único realmente pringao aquí era yo, que no cobraba un duro (el proyectista siempre cobra, y el de la taquilla, solo cuando trabaja de viernes a domingo). ¿Se podría decir que este cine sobrevive gracias a los voluntarios? puede que sí.

Lo que más me gustó de ese primer día fue ver el cine por dentro. Estar detrás de la pantalla, mirándola por el ventanuco del proyectista, viendo las cabezas de la gente. Y ver los proyectores de pelis analógicas, aunque todavía no he visto ninguno en funcionamiento. Pero sí vi los rollos preparados de las dos pelis que proyectaban en analógico (las demás, en digital): Pina, de Wim Wenders (si os gusta la danza, os la recomiendo mucho), y la española También la lluvia, de Icíar Bollaín (también muy recomendable).

Desgraciadamente, las pelis analógicas están en vías de extinción: en Suecia, no proyectarán más a partir de 2013.


Los que os guste mucho el cine quizá sepáis que muchas veces las pelis estaban divididas en varios rollos, dependiendo de su duración. Y os habréis fijado que en muchas pelis, en un momento determinado aparece una señal en la esquina superior derecha, como una mancha, que dura apenas un segundo. Pues esa es la señal para que el proyectista cambie de rollo, y active el siguiente. Siempre hay dos señales, y el rollo tiene que cambiarse entre ambas. Ale me contó que si eres un buen proyectista eres capaz de que no se note nada. Si no eres tan bueno, en el "solape" habrá un momento, quizá medio segundo (los mortales no nos daríamos cuenta; ellos, los proyectistas (inmortales), sí) en que la pantalla se queda en negro. Pues bien, para saber cuándo sale la mancha, hacen un "script", que es como un dibujo o esquema de la escena en que aparece. La pared de la sala del proyector estaba llena de scripts de varias pelis recientes.

Vuelvo con mi crucial papel en el Kino. Tras la compra de la sidra, me esperaban dos tareas, a cual más apasionante: chequear las salas cada vez que acabase una peli, y barrer los restos "gordos" de comida o papeles, y dar entrada a los siguientes. Esto es, realizar ese importantísimo giro de muñeca que ocasiona que una esquina de la entrada sea rasgada. Señoras y señores, ahí va mi contribución a la sociedad sueca. Chúpate esa.

Esta función hace años se llamaba acomodador, y de hecho, aunque ya no acomodes, en el esquema mensual del Kino, la gente está o en la columna de los taquilleros, o en la de los acomodadores, que en sueco lleva el muy eufemístico nombre de biografvaktmästare ("maestro guardián del cine"). Seguro que mi madre está bien orgullosa :-). La cosa es que lo del rollo del acomodador me hizo sonreír recordando aquella anécdota (que solo algunos vais a entender) de hace unos años, cuando en cierto cine de Madrid se levantó un sujeto gritando "¡Acomodador, acomodadooooor, alguien está fumando!".

Yo pensaba que NADIE hablaba con el tío que te rasga la entrada, pero ay amigo, ¡cuán equivocado estaba! No es que comenten contigo la inflación, o que te den la receta de las albóndigas suecas (plato nacional, y casi podríamos decir que único). Pero sí que te sueltan algo de vez en cuando, y ahí entra la habilidad de uno para discernir si están esperando respuesta. Si no, suele funcionar lo de echar una risita mostrando todos los paletos y caninos, acompañándola de un gesto firme, con la mano, señalando la puerta del cine. Si esperan respuesta, se te suele quedar cara de higo seco, pero afortunadamente el 99%  de los suecos habla inglés y/o no se molesta porque te haya atendido un no sueco parlante.

Y entre la sidra, la escoba, los rollos y las entradas, aderezado todo ello con unos ratos de charleta con mis compañeros, se pasó el primer sábado. Volvió a tocarme los dos siguientes, esta vez con una taquillera en vez de un taquillero, y dos proyectistas. Como todavía no puedo mantener largas conversaciones en sueco, y además en diciembre no vamos a estar parte del mes, de momento no volveré a ir hasta enero. De momento intentaremos aprovecharnos de la otra gran ventaja de ser voluntario aquí, y es que puedo ver todas las pelis gratis, con acompañante... aunque estamos tan ocupados que solo lo hemos hecho con Pina.

Os contaré cómo es el retonno, de momento os dejo un par de trailers de las próximas pelis que queremos ver en Kino, ¡por la pati!

Habemus papam (Nanni Moretti)

Les émotifs anonymes (Jean-Pierre Améris)

Un homme qui crie (Mahamat-Sale Aroun)

1 comentario:

  1. Valorar la importancia de un trabajo sencillo permite ser humilde cuando el trabajo es más complejo (aunque nunca será más importante). Carlos dixit

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